JUGAR EN CASA DE VERA
Hacer torneos
amistosos de scrabble en la casa de
Vera Vega tiene doble valor agregado (para usar una expresión que está de
moda).
En primer
lugar, quienes participamos en ellos tenemos el privilegio de ver desplegadas
en el tablero las palabras de domingo, extrañas e impronunciables, con las que
nos tiene acostumbrados, nos deslumbra y nos saca los ojos nuestro campeón
nacional.
¿Qué dije?
¿Palabras “de domingo”? Sí, de domingo, pero, dada su rareza, “de Domingo de
Resurrección”.
En segundo
lugar ―y aquí viene lo más importante― somos atendidos como gente “prencipal”
por la simpática y siempre acogedora anfitriona.
¿Que usted
ganó la partida? Ella lo premia con unos platanitos con queso derretido al
horno.
¿Que usted
perdió la partida? Ella lo consuela con una sabrosa hamburguesa de jamón.
¿Que hay un
receso mientras se anotan los resultados? Ella se aparece con un delicioso
queque para cantar el “sapo verde tuyú”.
¿Que el
torneo está llegando a su final? Ella reparte garbanzos con salchichas, de
chuparse los dedos.
Los jugadores
que han participado son testigos presenciales de todo lo que he dicho y no me
van a desmentir.
Los que no
han participado, ¡salados!, se lo perdieron. Pero pueden comprobarlo cuando
quieran.
Doña Vera
tiene abiertas las puertas de su casa para todos nosotros.
Martha
Virginia Müller
12 de enero
de 2015