Mi cuarto título de Campeón Nacional y otras digresiones.
Por: Leonardo Marranghello Musmanni.
Miércoles 1 de julio de 2015.
Pues sí, después de 11 años de sequía por fin me llovieron las victorias nuevamente en un Campeonato
Nacional de Scrabble de Costa Rica. Desde mi punto de vista por supuesto que estuvo emocionante, pero para
algún otro observador pudo resultar decepcionante. Jugamos el fin de semana recién pasado (27 y 28 de junio)
un torneo en la modalidad todos contra todos a dos vueltas entre los seis clasificados a la final del 2015. Como
locación utilizamos la sala de exhibición de Euro Art, empresa que fabrica muebles modernos; propiedad de
don Jimmy Sánchez, quién gentilmente nos facilito sus instalaciones en la vecina ciudad de Tibás. Tuvimos la
oportunidad de apreciar la calidad del producto que ahí realizan (la fábrica está en la parte posterior del
establecimiento) y no dudo en recomendarlo.
Los seis clasificados en esta final fuimos: José González (campeón del 2014 y defensor del título), Jimmy Sánchez, Venancio Zamora, Freddy Ramírez, Marco Mora y este servidor. Gané 8 de las 10 partidas: 4 el sábado y 4 el domingo. Realmente tuve buena suerte y creo que la supe aprovechar. Cometí pocos errores, tres graves y dos de esos me pasaron factura seria. Mis dos primeros juegos del sábado los jugué contra Jimmy (gané: 471 - 501) y Venancio (gané: 545 - 436). Sin darme cuenta, ya estaba como puntero del torneo. Tuve la enorme fortuna que José perdió en la segunda ronda contra Jimmy y por un marcador muy abultado: (289 – 543), algo inusual para ese gran jugador que es González. Por lo que en ese momento era el único que había ganado las dos partidas; los demás se mataron entre sí, con un punto cada uno salvo Ramírez que iba en blanco. En el salón se encontraba nuestro Presidente don RRorrigo Granados (aunque su documento de identidad dice Rodrigo, para nosotros seguirá siendo RRorrigo; los que estuvimos en la duplicada nacional del 2011 sabemos el porqué). Había venido para organizar los archivos del Swiss Perfect y dejarnos la computadora lista para solo introducir los resultados. Vino con su hijo primogénito Sergio, de apenas un añito y quién esperamos sea Campeón Mundial en el 2036, por lo que tenía que irse temprano. Antes de salir me hizo ver que yo estaba a la cabeza y le comenté que ya con eso estaba contento y me conformaba con haber empezado tan bien, pasara lo que pasara en las siguientes rondas. Muy temprano para soñar que podía ganar el campeonato…
Precisamente la tercera ronda me llevó a enfrentarme con Freddy Ramírez, quien a mi entender es uno de nuestros jugadores con mayor léxico. Él, así como la distinguida filóloga Martha Müller y el abogado, periodista y escritor Enrique Villalobos son nuestros eruditos del idioma español; su extenso vocabulario no es simplemente una interminable lista de palabras útiles para este juego, pero vacías de contenido, sino el resultado de años de estudio que los lleva a ser verdaderos conocedores de la lengua de Cervantes. Jugar con cualquiera de ellos siempre es un deleite pues algo nuevo se aprende. Hay partidas en las que las palabras se presentan como si hubiese un diálogo jocoso entre los oponentes que permite brindar una narrativa de esa contienda que en la práctica está sumida en un profundo silencio. Por lo cual me permitiré presentarles mi narración 2 imaginaria de lo acontecido en ese tercer encuentro: Freddy tenía el derecho de la salida y empezó diciéndome JETÓN con 40 puntos; tragando grueso no tuve más remedio que cambiar fichas y pasar. Pero él también cambió y yo, para que me dijera jetón por algo, le respondí irreverentemente con un dicharacho muy tico: “…jalate el HULE”, malacrianza que apenas me reparó 24 puntillos. Luego me salió con un scrabble de 77 que a mí me sonó a jarabe para la tos: CALATOS; el cual objeté porque no necesitaba que me recetaran medicinas, amén de que no conocía semejante término; pero sí es válida y me estaba insinuando que me iba a dejar chingo (desnudo, en cueros, eso quiere decir calato en Perú y Bolivia). Entonces yo decidí despejar y limpiar el terreno y le salí RALEANDO con otro scrabble pero de menor cuantía, apenas 65 pal’gasto. En ese momento Freddy me aventajaba 117 a 89. Y encima se motoriza y con la doble erre se me montó en un CARRO de 39 y yo le respondí con un EX en doble triple de 54 puntazos. Luego se las dio de príncipe musulmán con un DEY (14) y aproveché para inculcarle mis siete letras bien apretadas: INCULCAS (78) gracias al comodín que usé como L; por primera vez le daba vuelta a la tortilla y tomaba la delantera 170 a 221. Pero mi alegrón sería de burro y me duró poco porque Ramírez se puso a rezar y sus oraciones fueron escuchadas y se le apareció un obispo MITRADO que le deparó 82 unidades; mi respuesta no fue una equivocación aunque hice un FALLO de 63 puntos que sin ser scrabble me rindió como tal para mantener una leve ventaja. El enfrentamiento se relajó y Freddy se enfiestó en una RUMBA que tenía olor a cambio de letras, para 18 puntitos; por mi parte, el duende de la bolsa me había favorecido con el segundo comodín por lo que invité a mi rival a que se embarcara y le puse NAVEGAIS de 69. La embarcada para Freddy fue que tuvo que cambiar letras dos veces seguidas para fortuna mía; lo cual aproveché para darle un poquito, pero le DI (15) y le hice DAÑOS (25), los suficientes para ampliar mi ventaja en más de cien puntos: 270 a 394. Pero nunca hay que cantar victoria antes de tiempo y sentí pasos de animales grandes, como de elefantes o hipopótamos que buscaban aplastarme, porque Ramírez abrió las puertas no de uno sino de varios ZOOS; que sin ser scrabble fue a la postre la jugada más rentable de la partida, con 83 valiosos puntos para mi rival.
Ante tal animalada en estampida, puse pies en polvorosa y esquivando el cuerno del rinoceronte que amenazaba en hundírmelo por mala parte, apenas acaté a decir un EH de 25 puntitos. A lo que mi contrincante preguntó: ¿por qué APURAIS el paso?, que le valieron otros 64 tantos de oro, pues ya no era ningún paquidermo sino el buenazo de Freddy quién me estaba respirando en la nuca y había reducido la distancia a míseros 2 puntitos: 417 a 419. Sin perder la calma, aunque algo nervioso, saqué provecho de la Z animalesca del contrincante e hice una jugada gloriosa que me valió el honor de un PREZ con 30 puntos para mantener la cabeza a flote. Freddy incrédulo me dijo ¿QUÉ?, como si no hubiese escuchado bien, pero todos sabemos que no le quedó otra alternativa para deshacerse de la mugrosa Q, con apenas 12 puntillos; parte de las jugarretas que le estaba haciendo el malévolo gnomo verde que se esconde entre las letras. Luego, con toda la calma del mundo me acomodé bien en mi ASIENTO, que también puede entenderse que le asentí como diciéndole: “mi amigo, ya no hay nada que hacer”; mi último scrabble me deparó 69 puntos, marcando una diferencia 429 a 518, con muy pocas posibilidades para Freddy pues en las postrimerías del juego no tenía opción para hacer scrabble ni de obligarme a tragarme alguna letra incómoda. Con toda gallardía me dijo: GACHÍ (27) y yo casi le digo ¡salud!, porque me sonó a estornudo. En mi ignorancia se la objeté, pues si estudiara más debería saber que se usa para completar a la más frecuente “achí” (que tampoco es el sonido onomatopéyico de un estornudo, sino un pueblo indígena guatemalteco). Ahora sé que “gachí” es una voz caló con la que los gitanos designan a una mujer joven, guapetona y no gitana. O sea, mi contrincante había decidido continuar su fiesta rumbera y ahora estaba llamando a las nenas… bueno, nadie le va a ir con el cuento a la señora Ramírez. En mi última jugada le dije USE (23); como diciéndole use todo lo que tenga porque ya este juego está agotado. Freddy terminó con un DELE (12) como si estuviese jugando al impresor y quisiera indicar que hubiese que corregir o quitar alguna palabra, pero no había nada que arreglar y todo estaba consumado. Después de la suma y resta de 4 puntos, el marcador final a mi favor fue: 472 a 537. Valga esta narración para rendirle homenaje a este gran jugador que es Freddy Ramírez, con quién disfruto muchísimo compartir en el Scrabble y quién siempre nos enseña palabras nuevas. Ese fin de semana no le fue muy bien, sí, pero bueno… parece que se había peleado con los pitufos que controlan la bolsa. Pero eso no desluce que siga siendo un gran y digno rival. 3 En la cuarta partida del sábado, contra Marquito Mora (mi gran amigo, compadre y eterno archirrival escrablístico), cometí un error muy grave y coloqué una O en lugar de una A (que la tenía para jugar ahí mismo) con la palabra SEÑA (puse SEÑO que no existe y por supuesto Marco objetó, como diciendo: ¡SEÑOr!, ¡qué has puesto!), por lo que tuve que pasar y perder los 34 puntos que iba a obtener. Esa partida la perdí por 25 puntos (419 - 394), lo que deja ver que ese desliz me afectó fuertemente. De hecho fue mi puntaje más bajo en el torneo. Enhorabuena para mi primo Mora que le permitió meterse en la pelea y lograr dignamente el subcampeonato. Y lo de “primo” es porque aunque no parezca yo también soy Mora. En mi árbol genealógico ese es mi centésimo apellido, concretamente el vigésimo quinto de mi querida abuela materna. O sea, si nos remontamos siete generaciones atrás a mi nacimiento (como trescientos años desde hoy), una de mis sextasabuelas se llamó Inés de Mora y Martínez, hija del Sgto. Baltasar de Mora Salado, quién por un lado fue bisnieto del Sargento Mayor Juan de Mora Salado (conquistador español que murió hacia 1621 y fue el fundador del linaje Mora en Costa Rica), y por otra parte resulta ser tatarabuelo de Juan Mora Fernández (nuestro primer Jefe de Estado después de la independencia) y cuarto-abuelo de Juan Rafael (Juanito) Mora Porras (ex presidente y héroe nacional de la campaña contra los filibusteros en 1856-57). Últimamente me ha dado por investigar mi genealogía y la de mis amigos. Entre otras cosas estoy buscando mis raíces indígenas y negras, que en nuestro país casi todos tenemos de ambas; algo de lo cual todos debemos sentir orgullo. Somos un pueblo que, como la mayoría en Latinoamérica, es como se dice: “un crisol de razas”. Aún cuando mis orígenes están en un 75% en la península itálica, con una cuarta parte me basta para anclarme en esta tierra, más allá de la colonia hasta la conquista y la época precolombina. El Ureña y Bermúdez de mi abuela materna se abren para que también sea Mata, Chaves, Monge, Astúa, Quesada, Meléndez, Reyes, Umaña, Lisondro (actual Elizondo), Morales, López, Solano, Barrantes, Bonilla, Fallas, Martínez, Enríquez, García, Cordero, Monterroso, Bolívar, Gómez, Portilla, Benito hasta Mora y Salado (por eso a veces tengo mala suerte en el juego) y quién sabe cuántos más que todavía no encuentro. Y de todos por igual tengo la misma herencia genética, o como se dice el mismo grado de consanguineidad. Porque eso de que el primer apellido sea el del padre es meramente un convencionalismo, herencia de la sociedad machista que se arraigó hace unos trescientos años. Antes de eso cada hijo tomaba los apellidos que mejor le apetecieran y en el orden que quisiera: padre, madre, abuelos o hasta de alguna bisabuela. Si la costumbre hubiese sido utilizar el apellido materno, yo sería probablemente Morales, pues mi quinta-abuela por línea exclusivamente materna (o sea la madre de la madre de la madre de la madre de la madre de mi madre) se llamó María Soledad Morales, quién nació hace más de doscientos años, hacia finales del siglo XVIII. En la de menos resulto ser también González, Sánchez, Ramírez o Zamora y el último torneo lo habríamos jugado entre familia. Y por qué no podría ser Granados, Vega, Villalobos, Marín, Cabezas, Riveros, Esquivel, Madrigal, Tejeira, Ortega, Olmos, Berenguer, Rodríguez, Espinoza, Guerrero, Manchado, Figueras, Rosales, Acevedo, Amaral, Pérez, Hernández, Gauna, Álvarez, Delgado, Galindo, Cavero o Urdaneta. Bueno, es más difícil que resulte ser Thyme, Müller, Mondrus, Barsuk, Wheaton, Emig o Castells, pero si retrocedemos hasta Carlomagno o incluso hasta Julio César es muy probable que encontremos alguna relación “familiar”. La mayoría de las personas no tiene ni idea de la enorme cantidad de europeos y latinoamericanos que hay descendientes de Carlomagno y a través de él, del mismísimo Julio César. Mis amigos dicen que me estoy “cagando” en ellos al encontrar que somos familia… porque qué familita les estoy endilgando. Ja ja ja… Pero bueno, la familia es la familia, así que en otras latitudes no canten victoria, porque en algún momento le voy a probar a Héctor Klie que el mono que lo venció el año pasado en el NorCenCa es su primo-enésimo y tampoco Horacio Moavro se va a salvar de mi indagatoria genealógica. Claro es más probable que primero encuentre algún nexo con Andrea Pesce, Rocco Laguzzi, Alejandro Terenzani, Ricardo Bondino o Luis Picciochi, hurgando entre nuestros antepasados italianos. Total ya sé que soy Martínez como Rolo Guadalupe o Carlos Martínez, ahora solo debo encontrar el ligamen. Después de este paréntesis ancestral, la buena SEÑA que me dejó la partida con Marquito radicó en esta meditación sobre los orígenes comunes que ignoramos y quizás tengamos. En el fondo todos somos primos en esta gran familia escrablística y 4 alguna componente genética debemos compartir en la pasión por estas letras lúdicas que nos hermanan: el gen del Scrabble.
La quinta y última del sábado (dicen que no hay quinto malo…) fue contra el temible José (Speedy) González, quién era el defensor del título de Campeón Nacional y acumula tres campeonatos (2011, 2013 y 2014) y dos terceros lugares (2010 y 2012) en su corta pero provechosa historia. La suerte se volcó de mi lado, con los dos comodines (aunque el segundo llegó al final solo para terminar el juego con 6 puntitos) y las gordas con LLOVÍA (46), SEÑAS (36), JO (50) y XOLAS (48) marcaron una diferencia muy fuerte contra solo ZURRO (40) para mi rival. Poco podía hacer José en esas condiciones que me permitieron ir arriba desde el principio al fin. El marcador final a mi favor fue: 562 a 454. Ese sábado terminamos así:
Mi ventaja era muy leve sobre Jimmy y vacilábamos diciendo que le llevaba apenas la “puntita” del Berger. Ja ja ja. Solo 2 cm, digo puntos… ja ja ja. Todavía no había nada definido y todos salvo Freddy aún tenían opciones para remontar y ganar el torneo.
El domingo continuamos a la 1:15 pm. Como buen “agüizotero” me fui a jugar como en una foto: la misma camisa, el mismo pantalón, el mismo lapicero y a jugar en los mismos lugares. El orden era el mismo, así que en la sexta ronda jugué de nuevo con Jimmy. Partida que para mí era decisiva y esta vez le gané holgadamente: 542 a 367. En son de broma al terminar le dije: “muchas gracias por ser tan buen anfitrión y haberte dejado ganar”. Luego le expliqué que esas palabras se me habían quedado grabadas en mi mente desde el 2010 en el Campeonato Mundial de Costa Rica. En esa oportunidad, venían por primera vez los representantes suizos Joaquín Berenguer y su esposa Roswitha Blanc, ambos personas muy agradables que me impresionaron mucho por su don de gentes. Joaquín no había ganado aún ninguna partida cuando le tocó jugar conmigo y ¡oh maravilla!, me ganó. Y me ha dicho eso. Me agradeció, según él, por dejarlo ganar. Todavía no sé si logré convencerlo, pero creo que ya debe tener claro que aquí nadie se deja vencer. Pero el comentario es una simpática deferencia hacia el que pierde en su propia sede. Por supuesto que Jimmy hizo todo lo posible para derrotarme y aunque los comodines estuvieron repartidos, le aventajé con una mejor combinación de las letras pues no tuve que pasar ni cambiar fichas nunca, mientras que Sánchez tuvo 5 turnos en blanco de los 19 totales, así como le superé 4 a 2 con las gordas. Ahí radicó la diferencia a mi favor. Debo decir que jugar con Jimmy para mí es siempre muy agradable, tenemos un nivel muy parecido y el azar termina por volcar la partida hacia 5 uno de los dos. Pero lo más importante, el juego se torna siempre muy ameno y ambos lo disfrutamos indistintamente del resultado. En las otras mesas Marco le ganó a José y Venancio a Freddy, lo que me dejó en una posición cómoda con 5 puntos, seguido de Jimmy con 4 y tres jugadores con 3.
Para la sétima ronda me enfrenté a Venancio, quién estaba al tanto de mi intención de jugar en la misma posición en la que lo había derrotado el día anterior y se negó a utilizar la misma ubicación; por lo que debimos rifarla y se salió con la suya. Con una sonrisa eso sí, cambié de puesto y me fui… con todo y silla, ja ja ja. Zamora no quiso utilizar la misma del día anterior y se trajo otra. Pero su rompe agüizotes sí le resultó y me ganó 498 a 424. Aquí también cometí un error que me costó la partida. Para lo que fue mi última jugada el marcador estaba 416 a 357 a su favor, pero yo tenía el último comodín y un scrabble para jugar. No lo pensé bien y coloqué ESCAPARA (77) con el comodín como P y utilizando la A que estaba en la esquina inferior derecha del tablero, por lo que mi palabra se triplicaba. Pero eso abrió una posibilidad de scrabble que Venancio aprovechó para colocar DILATEN con la N sobre la E de ESCAPARA, con lo que finalizó la partida con el resultado anunciado. Si en lugar de esa palabra hubiese formado CASADERA en el mismo lugar, con el comodín por D, a mi rival le habría sido imposible colocar su scrabble y no hubiera podido rebasarme. Pero bueno, si errores no hubiera… Enhorabuena por Venancio.
En ese momento la cosa se puso color de hormiga. José le ganó a Jimmy y Marco hizo lo propio con Freddy. Así que yo me estanqué en los 5 puntos y Jimmy, Venancio, Marco y José me seguían con 4. El desenlace estaba para que cualquiera de los cinco pudiera alzarse con el campeonato.
En la octava ronda jugué con Freddy y lo derroté 557 a 441, con lo que continuaba a la cabeza con 6 puntos. José aplastó a Venancio 582 a 447 y Marco hizo lo mismo con Jimmy 528 a 421. Así las cosas, Marco y José me seguían con 5 puntos, Jimmy y Venancio 4 y Freddy seguía en blanco.
La novena ronda se tornaba crucial. Aunque yo dependía de mí mismo, para la última partida podría quedar muy comprometido pues debería jugar con José y ese enfrentamiento no sería nada fácil. Ahora mi contendiente sería Marco quién ya me había derrotado el sábado. Venancio y Jimmy jugarían entre ellos restándose posibilidades mutuamente y José debería vérselas con Freddy. Quién, aún cuando hasta ese momento no había ganado ningún juego, siempre es un rival difícil. De hecho, antes de empezar a jugar, ese domingo González le había dicho a Ramírez que era imposible que él no ganara al menos una vez y que de seguro se iba “a cagar” en alguno de ellos. En alusión a que si Freddy vencía a alguien, el único beneficiado sería yo. Y el pronóstico se cumplió. Freddy hizo su faena y le cortó el rabo y las orejas al ex campeón González derrotándolo 501 a 392 y favoreciéndome indiscutiblemente. Por mi parte esta vez vencí en buena lid a mi amigo Marco: 437 a 382. Un scrabble MAÑANERO de 114 puntos en la tercera jugada me permitió mantener siempre la ventaja y le jugué a su estilo, con un “catenaccio” italiano que por primera vez en mucho tiempo veía a Marco tratando de abrir el juego. Después de la cuarta jugada ninguno pudo hacer más scrabbles. Un comodín para cada uno y las gordas estuvieron repartidas: RR, LL y X para Marco y J, Ñ y Z para mí. Sin estar totalmente consciente de esta situación, ya había ganado el torneo. José y Freddy me lo dijeron, pero aún estaba incrédulo. Cuando terminé de introducir los resultados en el Swiss Perfect, comprobé que tenía 7 puntos y que Marco y José se habían quedado con 5 cada uno, Jimmy también llegaba a 5, Venancio seguía con 4 y Freddy ya tenía 1. Por lo que ya era inalcanzable y podía celebrar mi cuarto título de Campeón Nacional. Vinieron las felicitaciones de los oponentes y alistarnos para la última ronda.
Tal y como dijo Rodrigo en la nota oficial de ESCRABLÍSTICA, en la que comunicó el resultado del Torneo Final, la última partida era de mero trámite para mí. Pero no para Jimmy, José y Marco que disputaban el segundo lugar. Jugué con José y definitivamente la suerte me sonrió enormemente, pues aún con comodines repartidos, la distribución de las letras me resultó muy favorable, no así para mi oponente. Cuatro scrabbles: DEJARÍA (79), OXEAREN (85), SEDARAS (72) y SOTERRADO (95, con la E por el comodín), otra gorda en MUÑE (26) de mi parte, contra un ABONARE (87) y un motón de cambios y jugadas que no llegaban a los 20 puntos del lado de José, llevaron la partida a una diferencia abismal en la jugada décimo quinta de 205 a 500 a mi favor. Pero un error garrafal que cometí al no haber cerrado la opción a un nónuple que se abrió desde el tercer turno, le posibilitó a González realizar la mejor jugada del torneo: ADENSEIS con 144 valiosísimos puntos, sin usar comodín. Por último un QUITAD (24) con el comodín por I, que le permitió a José quitarse la Q y un uso pobrísimo pero inevitable de dos gordas en ZULLO (20) por parte de mi rival; contra un DOMÉ (24), en medio de esas jugadas por mi cuenta, con la que di por amansado el salvaje e indómito torneo final, terminó la última partida que gané: 398 a 519. Ese desliz gravísimo no pasó a más gracias a la abultada diferencia que había logrado, pero que en el fondo creo que vino a impartir justicia para que José González acabara honrosamente este campeonato en el que, a lo largo del año escrablístico (de agosto 2014 a junio 2015), tuvo la participación más destacada de todos: ganó tres de las cuatro corridas y la última de ellas invicto con 10 triunfos seguidos. Realmente habría sido una gran injusticia que en este último marcador hubiese una diferencia del orden de trescientos puntos, porque no reflejaría para nada la realidad de la calidad del escrablista que tenía enfrente. Sigo pensando que en la actualidad José González es nuestro máximo exponente en el Scrabble costarricense, algo que se confirma en el escalafón nacional (9.652,69) en donde no solo ocupa el primer lugar indiscutible en el presente, sino que se mantiene en esa posición desde hace casi cuatro años. También es el poseedor del primer puesto en nuestro escalafón histórico con una puntuación récord de 9.695,99 sobre los 10.000 del máximo posible. Lo de Speedy González no es en broma, pues es tan rápido como un rayo a la hora de determinar la mejor jugada; en cualquier momento te fulmina con sus scrabbles y, salvo que el gnomo de la bolsa se lo impida, siempre va, como el simpático ratoncillo, arriba, arriba, arriiiiba.
En esa última ronda, Jimmy le dio la estocada final a Freddy: 484 a 391 y por su parte en un apretado cierre Marco derrotó a Venancio: 410 a 389. Con lo que se completó el cuadro de posiciones de este XVIII Campeonato Nacional de Scrabble en Costa Rica. El título de Subcampeón recayó en mi primo y compadre Marco Mora, quién de nuevo confirma su gran calidad como escrablista y mantiene su primacía como el jugador costarricense con el mejor palmarés histórico: 4 veces campeón, 5 veces subcampeón y 3 terceros lugares. Esto es, en 18 campeonatos ha estado 12 veces en el podio, un 66,66% de las veces. Muy meritorio. Yo por mi parte, apenas le alcanzo en la cantidad de títulos de campeón (4 en 1998, 1999, 2004 y ahora en 2015) pero muy lejos en el resto: 1 subcampeonato (2009) y 2 terceros lugares (2000 y 2002); aún así me ubico como el segundo mejor palmarés nacional, aunque la mayoría son réditos de glorias de un pasado ya lejano. No pasarán muchos años para que José González y otras futuras promesas rompan estos récords. Mi escalafón actual es de 9004,19 y me posiciono ahora en segundo lugar, pero muy por debajo de mi histórico 9332,34 con el cual ocupo el cuarto lugar de todos los tiempos en Costa Rica. El tercer lugar en nuestro escalafón, en el presente, le corresponde con toda justicia a Venancio Zamora (8905,31) pues es el reflejo de su destacada participación durante este año.
En Costa Rica utilizamos un método para el ranking que fue ideado por nosotros mismos en Ecrablística. Le denominamos el ERA (Escalafón por Rendimiento Activo). La FISE (Federación Internacional de Scrabble en Español) utiliza el tradicional ELO como lo hacen las federaciones ajedrecísticas. Después de haber estudiado el sistema ELO, como matemático que soy, no lo considero un buen método para determinar el nivel de fortaleza de cada competidor en el momento presente. Este no es el sitio indicado para hacer un análisis de las deficiencias que creo tiene el ELO, pero me conformaré con señalar que es demasiado estático y no hace una 7 adecuada diferencia entre el desempeño histórico de un jugador con su rendimiento y actividad actual. Nuestro ERA es mucho más dinámico y permite que, con buenos resultados y una participación real, un buen competidor pueda escalar rápidamente una posición alta en el escalafón que muestre el verdadero nivel que está teniendo en ese momento. Tal y como se nos presenta ahora con Venancio Zamora, quién con toda justicia ocupa el tercer lugar y que este año llegó a estar en el segundo, dado el destacado papel que ha tenido en el 2015. Lo que no debe confundirse con el desempeño histórico que debe ser (como se hace en el ERA) un archivo aparte en el que se guarda el mayor nivel al que cada uno llegó de entre todos sus registros. En el ranking ELO de la FISE hay nombres de personas que tienen años de no jugar y ocupan una mejor posición que otros que han ido a casi todos los mundiales y que son a todas luces muchísimo mejores que éstos. Un total y absoluto ridículo.
Por último, quisiera expresar mi enorme satisfacción al ver que el Scrabble en Costa Rica ha venido en una evolución positiva año con año. En el 2015 en las diferentes etapas del Campeonato Nacional participaron un total de 19 jugadores, 3 más que el año pasado a pesar que se nos fue Andrés Cabezas a vivir a México y que Verita Vega no jugó esta vez. En los últimos cinco años hemos oscilado entre 16 y 20 jugadores. Tengo unas ideas para tratar de mejorar la cantidad de miembros activos, pero de nuevo este no es el sitio indicado para comentarlas. Creo que Jimmy y Venancio han hecho buenas sugerencias que deben ser acogidas. Por otro lado, hay iniciativas individuales muy buenas como el taller de Scrabble para pensionados y personas de la tercera edad que está realizando Enrique Villalobos con apoyo de Anita Mondrus y también están los torneos sociales organizados por Strogoff (Venancio Zamora) con ayuda de Vera Vega que han abierto un espacio de práctica para jugadores experimentados. La Asociación Escrablística ha continuado con los encuentros educativos y amistosos en los que se le enseña a jugar a los novatos y los torneos a la bolsa que son mini-torneos de práctica. Por supuesto la actividad principal del año es el Campeonato Nacional que consta de cuatro torneos clasificatorios estilo suizo, cada uno de 10 rondas y una Final con los seis mejores clasificados en un todos contra todos a dos vueltas (10 rondas), que acaba de terminar con el resultado que ha sido el motivo de esta crónica.
La tabla definitiva con las posiciones oficiales en esta final fue:
Los seis clasificados en esta final fuimos: José González (campeón del 2014 y defensor del título), Jimmy Sánchez, Venancio Zamora, Freddy Ramírez, Marco Mora y este servidor. Gané 8 de las 10 partidas: 4 el sábado y 4 el domingo. Realmente tuve buena suerte y creo que la supe aprovechar. Cometí pocos errores, tres graves y dos de esos me pasaron factura seria. Mis dos primeros juegos del sábado los jugué contra Jimmy (gané: 471 - 501) y Venancio (gané: 545 - 436). Sin darme cuenta, ya estaba como puntero del torneo. Tuve la enorme fortuna que José perdió en la segunda ronda contra Jimmy y por un marcador muy abultado: (289 – 543), algo inusual para ese gran jugador que es González. Por lo que en ese momento era el único que había ganado las dos partidas; los demás se mataron entre sí, con un punto cada uno salvo Ramírez que iba en blanco. En el salón se encontraba nuestro Presidente don RRorrigo Granados (aunque su documento de identidad dice Rodrigo, para nosotros seguirá siendo RRorrigo; los que estuvimos en la duplicada nacional del 2011 sabemos el porqué). Había venido para organizar los archivos del Swiss Perfect y dejarnos la computadora lista para solo introducir los resultados. Vino con su hijo primogénito Sergio, de apenas un añito y quién esperamos sea Campeón Mundial en el 2036, por lo que tenía que irse temprano. Antes de salir me hizo ver que yo estaba a la cabeza y le comenté que ya con eso estaba contento y me conformaba con haber empezado tan bien, pasara lo que pasara en las siguientes rondas. Muy temprano para soñar que podía ganar el campeonato…
Precisamente la tercera ronda me llevó a enfrentarme con Freddy Ramírez, quien a mi entender es uno de nuestros jugadores con mayor léxico. Él, así como la distinguida filóloga Martha Müller y el abogado, periodista y escritor Enrique Villalobos son nuestros eruditos del idioma español; su extenso vocabulario no es simplemente una interminable lista de palabras útiles para este juego, pero vacías de contenido, sino el resultado de años de estudio que los lleva a ser verdaderos conocedores de la lengua de Cervantes. Jugar con cualquiera de ellos siempre es un deleite pues algo nuevo se aprende. Hay partidas en las que las palabras se presentan como si hubiese un diálogo jocoso entre los oponentes que permite brindar una narrativa de esa contienda que en la práctica está sumida en un profundo silencio. Por lo cual me permitiré presentarles mi narración 2 imaginaria de lo acontecido en ese tercer encuentro: Freddy tenía el derecho de la salida y empezó diciéndome JETÓN con 40 puntos; tragando grueso no tuve más remedio que cambiar fichas y pasar. Pero él también cambió y yo, para que me dijera jetón por algo, le respondí irreverentemente con un dicharacho muy tico: “…jalate el HULE”, malacrianza que apenas me reparó 24 puntillos. Luego me salió con un scrabble de 77 que a mí me sonó a jarabe para la tos: CALATOS; el cual objeté porque no necesitaba que me recetaran medicinas, amén de que no conocía semejante término; pero sí es válida y me estaba insinuando que me iba a dejar chingo (desnudo, en cueros, eso quiere decir calato en Perú y Bolivia). Entonces yo decidí despejar y limpiar el terreno y le salí RALEANDO con otro scrabble pero de menor cuantía, apenas 65 pal’gasto. En ese momento Freddy me aventajaba 117 a 89. Y encima se motoriza y con la doble erre se me montó en un CARRO de 39 y yo le respondí con un EX en doble triple de 54 puntazos. Luego se las dio de príncipe musulmán con un DEY (14) y aproveché para inculcarle mis siete letras bien apretadas: INCULCAS (78) gracias al comodín que usé como L; por primera vez le daba vuelta a la tortilla y tomaba la delantera 170 a 221. Pero mi alegrón sería de burro y me duró poco porque Ramírez se puso a rezar y sus oraciones fueron escuchadas y se le apareció un obispo MITRADO que le deparó 82 unidades; mi respuesta no fue una equivocación aunque hice un FALLO de 63 puntos que sin ser scrabble me rindió como tal para mantener una leve ventaja. El enfrentamiento se relajó y Freddy se enfiestó en una RUMBA que tenía olor a cambio de letras, para 18 puntitos; por mi parte, el duende de la bolsa me había favorecido con el segundo comodín por lo que invité a mi rival a que se embarcara y le puse NAVEGAIS de 69. La embarcada para Freddy fue que tuvo que cambiar letras dos veces seguidas para fortuna mía; lo cual aproveché para darle un poquito, pero le DI (15) y le hice DAÑOS (25), los suficientes para ampliar mi ventaja en más de cien puntos: 270 a 394. Pero nunca hay que cantar victoria antes de tiempo y sentí pasos de animales grandes, como de elefantes o hipopótamos que buscaban aplastarme, porque Ramírez abrió las puertas no de uno sino de varios ZOOS; que sin ser scrabble fue a la postre la jugada más rentable de la partida, con 83 valiosos puntos para mi rival.
Ante tal animalada en estampida, puse pies en polvorosa y esquivando el cuerno del rinoceronte que amenazaba en hundírmelo por mala parte, apenas acaté a decir un EH de 25 puntitos. A lo que mi contrincante preguntó: ¿por qué APURAIS el paso?, que le valieron otros 64 tantos de oro, pues ya no era ningún paquidermo sino el buenazo de Freddy quién me estaba respirando en la nuca y había reducido la distancia a míseros 2 puntitos: 417 a 419. Sin perder la calma, aunque algo nervioso, saqué provecho de la Z animalesca del contrincante e hice una jugada gloriosa que me valió el honor de un PREZ con 30 puntos para mantener la cabeza a flote. Freddy incrédulo me dijo ¿QUÉ?, como si no hubiese escuchado bien, pero todos sabemos que no le quedó otra alternativa para deshacerse de la mugrosa Q, con apenas 12 puntillos; parte de las jugarretas que le estaba haciendo el malévolo gnomo verde que se esconde entre las letras. Luego, con toda la calma del mundo me acomodé bien en mi ASIENTO, que también puede entenderse que le asentí como diciéndole: “mi amigo, ya no hay nada que hacer”; mi último scrabble me deparó 69 puntos, marcando una diferencia 429 a 518, con muy pocas posibilidades para Freddy pues en las postrimerías del juego no tenía opción para hacer scrabble ni de obligarme a tragarme alguna letra incómoda. Con toda gallardía me dijo: GACHÍ (27) y yo casi le digo ¡salud!, porque me sonó a estornudo. En mi ignorancia se la objeté, pues si estudiara más debería saber que se usa para completar a la más frecuente “achí” (que tampoco es el sonido onomatopéyico de un estornudo, sino un pueblo indígena guatemalteco). Ahora sé que “gachí” es una voz caló con la que los gitanos designan a una mujer joven, guapetona y no gitana. O sea, mi contrincante había decidido continuar su fiesta rumbera y ahora estaba llamando a las nenas… bueno, nadie le va a ir con el cuento a la señora Ramírez. En mi última jugada le dije USE (23); como diciéndole use todo lo que tenga porque ya este juego está agotado. Freddy terminó con un DELE (12) como si estuviese jugando al impresor y quisiera indicar que hubiese que corregir o quitar alguna palabra, pero no había nada que arreglar y todo estaba consumado. Después de la suma y resta de 4 puntos, el marcador final a mi favor fue: 472 a 537. Valga esta narración para rendirle homenaje a este gran jugador que es Freddy Ramírez, con quién disfruto muchísimo compartir en el Scrabble y quién siempre nos enseña palabras nuevas. Ese fin de semana no le fue muy bien, sí, pero bueno… parece que se había peleado con los pitufos que controlan la bolsa. Pero eso no desluce que siga siendo un gran y digno rival. 3 En la cuarta partida del sábado, contra Marquito Mora (mi gran amigo, compadre y eterno archirrival escrablístico), cometí un error muy grave y coloqué una O en lugar de una A (que la tenía para jugar ahí mismo) con la palabra SEÑA (puse SEÑO que no existe y por supuesto Marco objetó, como diciendo: ¡SEÑOr!, ¡qué has puesto!), por lo que tuve que pasar y perder los 34 puntos que iba a obtener. Esa partida la perdí por 25 puntos (419 - 394), lo que deja ver que ese desliz me afectó fuertemente. De hecho fue mi puntaje más bajo en el torneo. Enhorabuena para mi primo Mora que le permitió meterse en la pelea y lograr dignamente el subcampeonato. Y lo de “primo” es porque aunque no parezca yo también soy Mora. En mi árbol genealógico ese es mi centésimo apellido, concretamente el vigésimo quinto de mi querida abuela materna. O sea, si nos remontamos siete generaciones atrás a mi nacimiento (como trescientos años desde hoy), una de mis sextasabuelas se llamó Inés de Mora y Martínez, hija del Sgto. Baltasar de Mora Salado, quién por un lado fue bisnieto del Sargento Mayor Juan de Mora Salado (conquistador español que murió hacia 1621 y fue el fundador del linaje Mora en Costa Rica), y por otra parte resulta ser tatarabuelo de Juan Mora Fernández (nuestro primer Jefe de Estado después de la independencia) y cuarto-abuelo de Juan Rafael (Juanito) Mora Porras (ex presidente y héroe nacional de la campaña contra los filibusteros en 1856-57). Últimamente me ha dado por investigar mi genealogía y la de mis amigos. Entre otras cosas estoy buscando mis raíces indígenas y negras, que en nuestro país casi todos tenemos de ambas; algo de lo cual todos debemos sentir orgullo. Somos un pueblo que, como la mayoría en Latinoamérica, es como se dice: “un crisol de razas”. Aún cuando mis orígenes están en un 75% en la península itálica, con una cuarta parte me basta para anclarme en esta tierra, más allá de la colonia hasta la conquista y la época precolombina. El Ureña y Bermúdez de mi abuela materna se abren para que también sea Mata, Chaves, Monge, Astúa, Quesada, Meléndez, Reyes, Umaña, Lisondro (actual Elizondo), Morales, López, Solano, Barrantes, Bonilla, Fallas, Martínez, Enríquez, García, Cordero, Monterroso, Bolívar, Gómez, Portilla, Benito hasta Mora y Salado (por eso a veces tengo mala suerte en el juego) y quién sabe cuántos más que todavía no encuentro. Y de todos por igual tengo la misma herencia genética, o como se dice el mismo grado de consanguineidad. Porque eso de que el primer apellido sea el del padre es meramente un convencionalismo, herencia de la sociedad machista que se arraigó hace unos trescientos años. Antes de eso cada hijo tomaba los apellidos que mejor le apetecieran y en el orden que quisiera: padre, madre, abuelos o hasta de alguna bisabuela. Si la costumbre hubiese sido utilizar el apellido materno, yo sería probablemente Morales, pues mi quinta-abuela por línea exclusivamente materna (o sea la madre de la madre de la madre de la madre de la madre de mi madre) se llamó María Soledad Morales, quién nació hace más de doscientos años, hacia finales del siglo XVIII. En la de menos resulto ser también González, Sánchez, Ramírez o Zamora y el último torneo lo habríamos jugado entre familia. Y por qué no podría ser Granados, Vega, Villalobos, Marín, Cabezas, Riveros, Esquivel, Madrigal, Tejeira, Ortega, Olmos, Berenguer, Rodríguez, Espinoza, Guerrero, Manchado, Figueras, Rosales, Acevedo, Amaral, Pérez, Hernández, Gauna, Álvarez, Delgado, Galindo, Cavero o Urdaneta. Bueno, es más difícil que resulte ser Thyme, Müller, Mondrus, Barsuk, Wheaton, Emig o Castells, pero si retrocedemos hasta Carlomagno o incluso hasta Julio César es muy probable que encontremos alguna relación “familiar”. La mayoría de las personas no tiene ni idea de la enorme cantidad de europeos y latinoamericanos que hay descendientes de Carlomagno y a través de él, del mismísimo Julio César. Mis amigos dicen que me estoy “cagando” en ellos al encontrar que somos familia… porque qué familita les estoy endilgando. Ja ja ja… Pero bueno, la familia es la familia, así que en otras latitudes no canten victoria, porque en algún momento le voy a probar a Héctor Klie que el mono que lo venció el año pasado en el NorCenCa es su primo-enésimo y tampoco Horacio Moavro se va a salvar de mi indagatoria genealógica. Claro es más probable que primero encuentre algún nexo con Andrea Pesce, Rocco Laguzzi, Alejandro Terenzani, Ricardo Bondino o Luis Picciochi, hurgando entre nuestros antepasados italianos. Total ya sé que soy Martínez como Rolo Guadalupe o Carlos Martínez, ahora solo debo encontrar el ligamen. Después de este paréntesis ancestral, la buena SEÑA que me dejó la partida con Marquito radicó en esta meditación sobre los orígenes comunes que ignoramos y quizás tengamos. En el fondo todos somos primos en esta gran familia escrablística y 4 alguna componente genética debemos compartir en la pasión por estas letras lúdicas que nos hermanan: el gen del Scrabble.
La quinta y última del sábado (dicen que no hay quinto malo…) fue contra el temible José (Speedy) González, quién era el defensor del título de Campeón Nacional y acumula tres campeonatos (2011, 2013 y 2014) y dos terceros lugares (2010 y 2012) en su corta pero provechosa historia. La suerte se volcó de mi lado, con los dos comodines (aunque el segundo llegó al final solo para terminar el juego con 6 puntitos) y las gordas con LLOVÍA (46), SEÑAS (36), JO (50) y XOLAS (48) marcaron una diferencia muy fuerte contra solo ZURRO (40) para mi rival. Poco podía hacer José en esas condiciones que me permitieron ir arriba desde el principio al fin. El marcador final a mi favor fue: 562 a 454. Ese sábado terminamos así:
Mi ventaja era muy leve sobre Jimmy y vacilábamos diciendo que le llevaba apenas la “puntita” del Berger. Ja ja ja. Solo 2 cm, digo puntos… ja ja ja. Todavía no había nada definido y todos salvo Freddy aún tenían opciones para remontar y ganar el torneo.
El domingo continuamos a la 1:15 pm. Como buen “agüizotero” me fui a jugar como en una foto: la misma camisa, el mismo pantalón, el mismo lapicero y a jugar en los mismos lugares. El orden era el mismo, así que en la sexta ronda jugué de nuevo con Jimmy. Partida que para mí era decisiva y esta vez le gané holgadamente: 542 a 367. En son de broma al terminar le dije: “muchas gracias por ser tan buen anfitrión y haberte dejado ganar”. Luego le expliqué que esas palabras se me habían quedado grabadas en mi mente desde el 2010 en el Campeonato Mundial de Costa Rica. En esa oportunidad, venían por primera vez los representantes suizos Joaquín Berenguer y su esposa Roswitha Blanc, ambos personas muy agradables que me impresionaron mucho por su don de gentes. Joaquín no había ganado aún ninguna partida cuando le tocó jugar conmigo y ¡oh maravilla!, me ganó. Y me ha dicho eso. Me agradeció, según él, por dejarlo ganar. Todavía no sé si logré convencerlo, pero creo que ya debe tener claro que aquí nadie se deja vencer. Pero el comentario es una simpática deferencia hacia el que pierde en su propia sede. Por supuesto que Jimmy hizo todo lo posible para derrotarme y aunque los comodines estuvieron repartidos, le aventajé con una mejor combinación de las letras pues no tuve que pasar ni cambiar fichas nunca, mientras que Sánchez tuvo 5 turnos en blanco de los 19 totales, así como le superé 4 a 2 con las gordas. Ahí radicó la diferencia a mi favor. Debo decir que jugar con Jimmy para mí es siempre muy agradable, tenemos un nivel muy parecido y el azar termina por volcar la partida hacia 5 uno de los dos. Pero lo más importante, el juego se torna siempre muy ameno y ambos lo disfrutamos indistintamente del resultado. En las otras mesas Marco le ganó a José y Venancio a Freddy, lo que me dejó en una posición cómoda con 5 puntos, seguido de Jimmy con 4 y tres jugadores con 3.
Para la sétima ronda me enfrenté a Venancio, quién estaba al tanto de mi intención de jugar en la misma posición en la que lo había derrotado el día anterior y se negó a utilizar la misma ubicación; por lo que debimos rifarla y se salió con la suya. Con una sonrisa eso sí, cambié de puesto y me fui… con todo y silla, ja ja ja. Zamora no quiso utilizar la misma del día anterior y se trajo otra. Pero su rompe agüizotes sí le resultó y me ganó 498 a 424. Aquí también cometí un error que me costó la partida. Para lo que fue mi última jugada el marcador estaba 416 a 357 a su favor, pero yo tenía el último comodín y un scrabble para jugar. No lo pensé bien y coloqué ESCAPARA (77) con el comodín como P y utilizando la A que estaba en la esquina inferior derecha del tablero, por lo que mi palabra se triplicaba. Pero eso abrió una posibilidad de scrabble que Venancio aprovechó para colocar DILATEN con la N sobre la E de ESCAPARA, con lo que finalizó la partida con el resultado anunciado. Si en lugar de esa palabra hubiese formado CASADERA en el mismo lugar, con el comodín por D, a mi rival le habría sido imposible colocar su scrabble y no hubiera podido rebasarme. Pero bueno, si errores no hubiera… Enhorabuena por Venancio.
En ese momento la cosa se puso color de hormiga. José le ganó a Jimmy y Marco hizo lo propio con Freddy. Así que yo me estanqué en los 5 puntos y Jimmy, Venancio, Marco y José me seguían con 4. El desenlace estaba para que cualquiera de los cinco pudiera alzarse con el campeonato.
En la octava ronda jugué con Freddy y lo derroté 557 a 441, con lo que continuaba a la cabeza con 6 puntos. José aplastó a Venancio 582 a 447 y Marco hizo lo mismo con Jimmy 528 a 421. Así las cosas, Marco y José me seguían con 5 puntos, Jimmy y Venancio 4 y Freddy seguía en blanco.
La novena ronda se tornaba crucial. Aunque yo dependía de mí mismo, para la última partida podría quedar muy comprometido pues debería jugar con José y ese enfrentamiento no sería nada fácil. Ahora mi contendiente sería Marco quién ya me había derrotado el sábado. Venancio y Jimmy jugarían entre ellos restándose posibilidades mutuamente y José debería vérselas con Freddy. Quién, aún cuando hasta ese momento no había ganado ningún juego, siempre es un rival difícil. De hecho, antes de empezar a jugar, ese domingo González le había dicho a Ramírez que era imposible que él no ganara al menos una vez y que de seguro se iba “a cagar” en alguno de ellos. En alusión a que si Freddy vencía a alguien, el único beneficiado sería yo. Y el pronóstico se cumplió. Freddy hizo su faena y le cortó el rabo y las orejas al ex campeón González derrotándolo 501 a 392 y favoreciéndome indiscutiblemente. Por mi parte esta vez vencí en buena lid a mi amigo Marco: 437 a 382. Un scrabble MAÑANERO de 114 puntos en la tercera jugada me permitió mantener siempre la ventaja y le jugué a su estilo, con un “catenaccio” italiano que por primera vez en mucho tiempo veía a Marco tratando de abrir el juego. Después de la cuarta jugada ninguno pudo hacer más scrabbles. Un comodín para cada uno y las gordas estuvieron repartidas: RR, LL y X para Marco y J, Ñ y Z para mí. Sin estar totalmente consciente de esta situación, ya había ganado el torneo. José y Freddy me lo dijeron, pero aún estaba incrédulo. Cuando terminé de introducir los resultados en el Swiss Perfect, comprobé que tenía 7 puntos y que Marco y José se habían quedado con 5 cada uno, Jimmy también llegaba a 5, Venancio seguía con 4 y Freddy ya tenía 1. Por lo que ya era inalcanzable y podía celebrar mi cuarto título de Campeón Nacional. Vinieron las felicitaciones de los oponentes y alistarnos para la última ronda.
Tal y como dijo Rodrigo en la nota oficial de ESCRABLÍSTICA, en la que comunicó el resultado del Torneo Final, la última partida era de mero trámite para mí. Pero no para Jimmy, José y Marco que disputaban el segundo lugar. Jugué con José y definitivamente la suerte me sonrió enormemente, pues aún con comodines repartidos, la distribución de las letras me resultó muy favorable, no así para mi oponente. Cuatro scrabbles: DEJARÍA (79), OXEAREN (85), SEDARAS (72) y SOTERRADO (95, con la E por el comodín), otra gorda en MUÑE (26) de mi parte, contra un ABONARE (87) y un motón de cambios y jugadas que no llegaban a los 20 puntos del lado de José, llevaron la partida a una diferencia abismal en la jugada décimo quinta de 205 a 500 a mi favor. Pero un error garrafal que cometí al no haber cerrado la opción a un nónuple que se abrió desde el tercer turno, le posibilitó a González realizar la mejor jugada del torneo: ADENSEIS con 144 valiosísimos puntos, sin usar comodín. Por último un QUITAD (24) con el comodín por I, que le permitió a José quitarse la Q y un uso pobrísimo pero inevitable de dos gordas en ZULLO (20) por parte de mi rival; contra un DOMÉ (24), en medio de esas jugadas por mi cuenta, con la que di por amansado el salvaje e indómito torneo final, terminó la última partida que gané: 398 a 519. Ese desliz gravísimo no pasó a más gracias a la abultada diferencia que había logrado, pero que en el fondo creo que vino a impartir justicia para que José González acabara honrosamente este campeonato en el que, a lo largo del año escrablístico (de agosto 2014 a junio 2015), tuvo la participación más destacada de todos: ganó tres de las cuatro corridas y la última de ellas invicto con 10 triunfos seguidos. Realmente habría sido una gran injusticia que en este último marcador hubiese una diferencia del orden de trescientos puntos, porque no reflejaría para nada la realidad de la calidad del escrablista que tenía enfrente. Sigo pensando que en la actualidad José González es nuestro máximo exponente en el Scrabble costarricense, algo que se confirma en el escalafón nacional (9.652,69) en donde no solo ocupa el primer lugar indiscutible en el presente, sino que se mantiene en esa posición desde hace casi cuatro años. También es el poseedor del primer puesto en nuestro escalafón histórico con una puntuación récord de 9.695,99 sobre los 10.000 del máximo posible. Lo de Speedy González no es en broma, pues es tan rápido como un rayo a la hora de determinar la mejor jugada; en cualquier momento te fulmina con sus scrabbles y, salvo que el gnomo de la bolsa se lo impida, siempre va, como el simpático ratoncillo, arriba, arriba, arriiiiba.
En esa última ronda, Jimmy le dio la estocada final a Freddy: 484 a 391 y por su parte en un apretado cierre Marco derrotó a Venancio: 410 a 389. Con lo que se completó el cuadro de posiciones de este XVIII Campeonato Nacional de Scrabble en Costa Rica. El título de Subcampeón recayó en mi primo y compadre Marco Mora, quién de nuevo confirma su gran calidad como escrablista y mantiene su primacía como el jugador costarricense con el mejor palmarés histórico: 4 veces campeón, 5 veces subcampeón y 3 terceros lugares. Esto es, en 18 campeonatos ha estado 12 veces en el podio, un 66,66% de las veces. Muy meritorio. Yo por mi parte, apenas le alcanzo en la cantidad de títulos de campeón (4 en 1998, 1999, 2004 y ahora en 2015) pero muy lejos en el resto: 1 subcampeonato (2009) y 2 terceros lugares (2000 y 2002); aún así me ubico como el segundo mejor palmarés nacional, aunque la mayoría son réditos de glorias de un pasado ya lejano. No pasarán muchos años para que José González y otras futuras promesas rompan estos récords. Mi escalafón actual es de 9004,19 y me posiciono ahora en segundo lugar, pero muy por debajo de mi histórico 9332,34 con el cual ocupo el cuarto lugar de todos los tiempos en Costa Rica. El tercer lugar en nuestro escalafón, en el presente, le corresponde con toda justicia a Venancio Zamora (8905,31) pues es el reflejo de su destacada participación durante este año.
En Costa Rica utilizamos un método para el ranking que fue ideado por nosotros mismos en Ecrablística. Le denominamos el ERA (Escalafón por Rendimiento Activo). La FISE (Federación Internacional de Scrabble en Español) utiliza el tradicional ELO como lo hacen las federaciones ajedrecísticas. Después de haber estudiado el sistema ELO, como matemático que soy, no lo considero un buen método para determinar el nivel de fortaleza de cada competidor en el momento presente. Este no es el sitio indicado para hacer un análisis de las deficiencias que creo tiene el ELO, pero me conformaré con señalar que es demasiado estático y no hace una 7 adecuada diferencia entre el desempeño histórico de un jugador con su rendimiento y actividad actual. Nuestro ERA es mucho más dinámico y permite que, con buenos resultados y una participación real, un buen competidor pueda escalar rápidamente una posición alta en el escalafón que muestre el verdadero nivel que está teniendo en ese momento. Tal y como se nos presenta ahora con Venancio Zamora, quién con toda justicia ocupa el tercer lugar y que este año llegó a estar en el segundo, dado el destacado papel que ha tenido en el 2015. Lo que no debe confundirse con el desempeño histórico que debe ser (como se hace en el ERA) un archivo aparte en el que se guarda el mayor nivel al que cada uno llegó de entre todos sus registros. En el ranking ELO de la FISE hay nombres de personas que tienen años de no jugar y ocupan una mejor posición que otros que han ido a casi todos los mundiales y que son a todas luces muchísimo mejores que éstos. Un total y absoluto ridículo.
Por último, quisiera expresar mi enorme satisfacción al ver que el Scrabble en Costa Rica ha venido en una evolución positiva año con año. En el 2015 en las diferentes etapas del Campeonato Nacional participaron un total de 19 jugadores, 3 más que el año pasado a pesar que se nos fue Andrés Cabezas a vivir a México y que Verita Vega no jugó esta vez. En los últimos cinco años hemos oscilado entre 16 y 20 jugadores. Tengo unas ideas para tratar de mejorar la cantidad de miembros activos, pero de nuevo este no es el sitio indicado para comentarlas. Creo que Jimmy y Venancio han hecho buenas sugerencias que deben ser acogidas. Por otro lado, hay iniciativas individuales muy buenas como el taller de Scrabble para pensionados y personas de la tercera edad que está realizando Enrique Villalobos con apoyo de Anita Mondrus y también están los torneos sociales organizados por Strogoff (Venancio Zamora) con ayuda de Vera Vega que han abierto un espacio de práctica para jugadores experimentados. La Asociación Escrablística ha continuado con los encuentros educativos y amistosos en los que se le enseña a jugar a los novatos y los torneos a la bolsa que son mini-torneos de práctica. Por supuesto la actividad principal del año es el Campeonato Nacional que consta de cuatro torneos clasificatorios estilo suizo, cada uno de 10 rondas y una Final con los seis mejores clasificados en un todos contra todos a dos vueltas (10 rondas), que acaba de terminar con el resultado que ha sido el motivo de esta crónica.
La tabla definitiva con las posiciones oficiales en esta final fue:
Un gran abrazo a toda la comunidad escrablística dentro y fuera de Costa Rica, de parte de quién aún no se la cree que deba cargar con la responsabilidad de ostentar durante un año el título de Campeón Nacional de Scrabble.
En la genealogía, algunas veces no es fácil determinar quién desciende de quién: